Vivimos en una sociedad donde hacer muchas cosas al mismo tiempo es casi un símbolo de eficiencia. Sin embargo, numerosos estudios científicos, incluido el publicado bajo el título “Multicosts of Multitasking” demuestran que el cerebro humano no está preparado para funcionar de esa manera. Lejos de aumentar la productividad, la multitarea genera interferencias internas que afectan el rendimiento general.
Multitarea no significa hacer tareas en paralelo, sino que el cerebro cambia de una a otra de forma constante, un proceso conocido como task switching (alternancia de tareas). Cada vez que esto ocurre, se produce una pérdida de tiempo y de eficiencia, aunque sea imperceptible. A nivel neurológico, este cambio implica una reconfiguración de redes cerebrales que consume recursos y energía, generando una carga cognitiva adicional.
El estudio demuestra que quienes intentan realizar varias actividades al mismo tiempo —como responder correos, revisar redes sociales y trabajar en una presentación— terminan tardando más y cometiendo más errores que aquellos que realizan cada tarea por separado y de forma secuencial.
Los autores del estudio son Anthony D. Wagner y Eyal Ophir, investigadores en el campo de las neurociencias cognitivas. Anthony D. Wagner es profesor de Psicología en la Universidad de Stanford (Estados Unidos) y codirector del Centro para la Ciencia de la Mente en la misma institución. Eyal Ophir, por su parte, también está vinculado a la Universidad de Stanford, donde formó parte del Laboratorio de Memoria Humana dirigido por Wagner. Esta universidad, situada en California, es una de las instituciones académicas y de investigación más prestigiosas del mundo.
Cambios cerebrales y pérdida de control atencional
Uno de los efectos más significativos de la multitarea es el deterioro del control atencional. Esta función ejecutiva permite dirigir, mantener y cambiar el foco de atención según lo requieran los estímulos del entorno o los objetivos internos. Cuando este control se debilita por prácticas frecuentes de multitarea, el cerebro se vuelve más propenso a la distracción.
La memoria de trabajo, encargada de retener y manipular información durante breves periodos, también se ve comprometida. Al forzar al cerebro a dividir su capacidad atencional entre varias tareas, se pierde profundidad en el procesamiento de la información, lo que limita la comprensión y la retención. Esto afecta especialmente al aprendizaje, la resolución de problemas y la toma de decisiones.
Además, la multitarea afecta negativamente la percepción del tiempo. Las personas que la practican habitualmente sienten que nunca tienen suficiente tiempo, lo que incrementa la sensación de urgencia y desorganización, y, en consecuencia, eleva los niveles de ansiedad.
Impacto emocional y agotamiento mental
La carga cognitiva que impone la multitarea también repercute en el plano emocional. Las personas multitarea experimentan mayores niveles de estrés, irritabilidad y fatiga mental. Esta combinación afecta el estado de ánimo y puede predisponer al desarrollo de trastornos como ansiedad o insomnio.
El esfuerzo mental constante por cambiar de tarea sin pausas adecuadas impide que el cerebro entre en estados de descanso y recuperación, lo que a largo plazo puede agotar su capacidad de respuesta. En vez de lograr más en menos tiempo, se termina en un estado de sobrecarga que impide rendir adecuadamente.
Otro efecto emocional importante es la disminución del sentido de logro. Al no finalizar completamente una tarea antes de empezar otra, se reduce la percepción de haber cumplido objetivos, lo que afecta la motivación y la autoestima.
Consecuencias sociales y en la toma de decisiones
Los efectos de la multitarea no se limitan al rendimiento individual. En contextos sociales, como conversaciones o reuniones, quienes practican multitarea tienden a desconectarse del otro, interrumpiendo la escucha activa y disminuyendo la empatía. Esto puede afectar las relaciones personales y laborales, generando malentendidos o desinterés.
En el ámbito profesional, la multitarea está relacionada con una menor calidad en la toma de decisiones. Esto se debe a que el pensamiento profundo, la evaluación crítica y la creatividad requieren un nivel de atención sostenida que la multitarea no permite. Saltar de una cosa a otra impide considerar todas las variables con claridad.
Además, esta práctica puede crear una cultura laboral basada en la urgencia y la inmediatez, en la que se valora más la rapidez que la calidad. A largo plazo, esto puede afectar la innovación, el clima organizacional y la salud mental de los equipos.
Un llamamiento a la atención plena
Frente a este escenario, la solución no es trabajar más, sino trabajar mejor. La atención plena o Mindfulness se presenta como una alternativa eficaz. Esta práctica consiste en entrenar la mente para concentrarse en una sola tarea, con plena conciencia del presente y sin juzgar. Numerosos estudios demuestran que el mindfulness mejora la atención, reduce el estrés y favorece el bienestar emocional.
Incorporar momentos de pausa, respiración consciente y concentración plena en una sola tarea ayuda a reorganizar la actividad cerebral, optimizar los recursos cognitivos y recuperar el control atencional. A diferencia de la multitarea, que dispersa la mente, el mindfulness la centra y fortalece.
Educar en hábitos de atención sostenida, limitar las interrupciones digitales y fomentar entornos laborales que valoren la concentración profunda son pasos esenciales para revertir los efectos nocivos de la multitarea. En un mundo lleno de estímulos, saber enfocarse se convierte en una verdadera herramienta de salud mental.
Puedes ver el estudio completo aquí
Fuente «Asociación Profesional de Instructores Mindfulness MBSR»