Los cuentos tienen el poder de evocar situaciones, de hacernos viajar a través de sus personajes y de contarnos historias siempre creíbles porque son cuentos.
En ocasiones, nos muestran partes de nosotros mismos, nos llevan a la reflexión o al despertar de preguntas… Se convierten entonces en cuentos «píldoras» para uno mismo.
Buscando razones
Tres amigos estaban haciendo una interesante excursión por los amplios alrededores de su localidad. Cuando pasaban al lado de una colina, vieron en su cima a un hombre sentado en solitario. ¿Qué hará allí ese individuo?, se preguntaron.
Cada uno expuso su interpretación:
– Con toda seguridad está extraviado y permanece a la espera de que alguien pase por allí y pueda orientarle – dijo uno de los amigos.
– No, lo que yo pienso – intervino otro de los excursionistas – es que se ha sentido indispuesto y se ha sentado a reponerse.
– Estáis seguramente equivocados – repuso el tercer amigo -. Tened la certeza de que está esperando a alguna otra persona que se está retrasando en la cita.
Y así, cada uno empeñado en su versión, comenzaron a porfiar, hasta que decidieron trasladarse a la cima de la montaña y resolver sus dudas, a la par que saciaban su curiosidad.
– ¿Te has perdido? – preguntó el que mantenía tal versión.
– No – repuso el desconocido.
– ¿Estás indispuesto? – preguntó otro amigo.
– No.
– ¿Estás esperando a alguien? – inquirió el tercer excursionista.
– No.
Entonces los tres amigos, desconcertados, preguntaron al unísono.
-¿Y qué haces aquí?
Y el desconocido repuso apaciblemente.
-Simplemente, estoy.
Quizás…
Quizás no estamos demasiado habituados a simplemente “estar”?
O quizás nuestra mente pensante necesita siempre tener un motivo o razón?
Quizás creamos que nuestras razones son las únicas y verdaderas?
O quizás podamos dejar de lado nuestras razones y simplemente considerar otras?
Quizás… podamos empezar a practicar la atención plena y simplemente «estar» !!!
Cuento extraído del libro “101 cuentos clásicos de la China” (recopilación de Chang Shiru y Ramiro Calle).
Foto @crespoes – Vallée d’Eyne (Pyrénées Orientales).