La vida está llena de instantes, de momentos que se suceden para formar parte de nuestras vivencias, en nuestro mundo interior o exterior, dentro, fuera…
A veces esos instantes son vividos con tal intensidad, que se quedan con nosotras por siempre más, como impregnados en nuestra alma, cual huella personal.
«Instante» es el título que me surgió para este escrito. Unas pocas palabras que intentan evocar la experiencia vivida desde una atención plena encontrada sin más, en el espacio donde sucedió. Un instante de conexión del cuerpo, la mente y el corazón.
Instante
En la inmensidad del silencio absoluto,
el cuerpo reposa,
los ojos se cierran,
la mente ralentiza… Vacío.
En la profundidad desdibujada del entresueño,
las imágenes ya soñadas se superponen… Inquietud.
En la sutil evocación del momento presente,
la emoción renace… Suspiro.
En el despertar,
el intenso blanco envuelve… Luz.
Silencio- Vacío
Entresueño – Inquietud
Evocación – Suspiro
Despertar – Luz
Así fue esa experiencia. Así fue ese corto y a la vez inmenso «instante» vivido hace unos años en mi segundo viaje a la India. Una experiencia meditativa en el «Matrimandir», en la ciudad de Auroville – Pondicherry… Un lugar inesperado para mi, un lugar que te hace viajar en el tiempo o para el que el tiempo no existe. Un lugar mágico donde algún día me gustaría volver.
Matrimandir – El alma de la ciudad de Auroville
La vida son instantes que podemos vivir con mas o menos intensidad… Recordarlos, supone volverlos a traer al momento presente, conectando con la experiencia de aquel momento.
(Recordar del latín re-cordis; «volver a pasar por el corazón»).
Foto @crespoes – «El silencio del agua» – Lanzarote / Foto Matrimandir – Matthew T Rader